Reiki en Hospitales. Un paso más hacia la integración.
Hace algunos años apareció en una cadena de la televisión local madrileña una iniciativa de voluntariado que daba sesiones de Reiki en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y que continúa actualmente. Esa iniciativa ha sido seguida por otros centros en Cataluña: Hospital de la Vall d’Hebron, Hospital Clínic, Hospital del Mar; también el Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla y San Juan de Dios en Zaragoza, el Hospital de Guadarrama y Puerta de Hierro de Madrid, son algunos de ellos. A pesar de este avance, su implantación en la sanidad pública aún está lejos de alcanzar la que existe en otros países como Estados Unidos, donde se emplea en más de 1.000 centros hospitalarios, Reino Unido o Alemania en los que está incluido en el Sistema Público de Salud desde hace tiempo.
Esta apertura ha permitido superar el fantasma de la charlatanería que se acostumbra a proyectar sobre todo lo que entra en conflicto con la “postura oficial” y ha permitido divulgar ampliamente los efectos beneficiosos que esta terapia es capaz de proporcionar al ser humano.
Más allá de la demostración científica que la medicina oficial exige, los casos particulares de cientos, miles de personas en todo el mundo hablan de una mejora anímica y de un aumento del bienestar físico y mental. A ello podemos añadir sus positivos efectos para mejorar los cuadros de ansiedad y depresión, y para proporcionar calma mental y paz interior.
Pero, ¿qué pasa cuando «no funciona»? Es decir, ¿por qué en algunas personas los efectos obtenidos tras las sesiones son tan espectaculares y en otras no sucede lo mismo?
No existe una respuesta universal a esta pregunta, ya que diversos factores influirán en el resultado final. Cuestiones que siempre escapan al control del terapeuta, y que incluyen: el tipo y lo avanzado de la enfermedad en el paciente y la capacidad de su organismo para recuperar su potencial de autocuración; una actitud positiva y abierta ante el proceso terapéutico que se está viviendo por el paciente; su colaboración o no durante el proceso terapéutico, entre algunas de las variables que pueden concurrir para favorecer la eficacia de las sesiones recibidas.